José Manuel Ibar, el tigre de Cestona, fue un boxeador de los de raza, de los que ganaban los combates por KO, de los que luchaban hasta el último segundo por la victoria. En definitiva, un deportista de los que gustaban al caudillo. No tenia técnica, pero derrotaba a sus rivales con sus contundentes golpes. De esta manera, llegó a conseguir ser doble campeon de Europa , portada de todos los periodicos y revistas de la época, y visitar el palacio de El Pardo para
hacerse una foto con Franco. La prensa le alabó, y el boxeador vasco se convirtió en la imagen de un régimen que a comienzos de los setenta empezaba a tambalearse por la salud del general. Era el mito que el franquismo necesitaba en esos años para exportar al mundo su imagen de grandeza, para desviar la atención política hacía otras cosas. En definitiva, Urtain se convirtió en una referencia necesaria para que siguieramos pensando que España era un país de campeones y que había que sentirse orgullosos de pertenecer a él. Lastima que el boxeador fuera tan mediocre como era la dictadura.

El problema llega cuando muere Franco, la prensa se aleja del boxeador y el mito sobre Urtain empieza a derrumbarse. Los medios de la transición ya no se interesan por la figura del boxeador, que opta por pasar sus últimos años de deportista en combates sin ninguna trascendencia hasta que decide dedicarse a diversos negocios que no le van a ir muy bien. Su refugio fue el bar que montó en Madrid, en la calle Fermin Caballero, y que decoró a su gusto, pero siempre con la fotografía junto al caudillo presidiendo el local. Fue entonces cuando una depresión de la que no logró curarse hizo que cuatro días antes de que los JJOO de Barcelona 92 comenzaran, se suicidara arrojandose desde un décimo piso, truncando así su vida y su leyenda. No supo aceptar su papel, y con la misma fuerza que el régimen y los medios le auparon, le dejaron caer solo.
Esta es la trama de la obra de teatro del grupo Animalario que durante el mes de octubre se representa en el Centro Dramático Nacional. Un ring de boxeo es el único escenario, lo que permite a los es

Un repaso a la vida de José Manuel Ibar, un boxeador hecho a sí mismo, pero que se dejo llevar por la euforia de un país que le encumbro como mito, y le olvido con el tiempo.
1 comentario:
Sabes que como mejor te defino es como amante de la vida,un apasionado de lo que haces. Enhorabuena, disfrutas con cada palabra, y a nosotros nos haces disfrutar también con cada una. Eres genial.
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